Hoy en día sabemos que el ADN es una doble hélice, pero hasta mediados del siglo XX esto era desconocido. La carrera por descubrir la estructura del ADN tiene más nombres propios que los de Watson y Crick, o que el del olvidado Wilkins con el que compartieron el Nobel o, incluso, que el de la cada vez más reivindicada Rosalind Franklin.
Sin embargo, ahora centrémonos en la molécula. A un lado, tenemos una cadena de polinucleótidos en sentido 3′–> 5′; al otro lado, una cadena de polinucleótidos en sentido 5′ –>3′. Por ello, se dice que las dos cadenas son antiparalelas.
¿Y en medio? Los esqueletos pentosa-fosfato se sitúan en la parte externa y la unión de las dos cadenas se realiza por medio de puentes de hidrógeno entre las bases nitrogenadas. Específicamente, la adenina forma dos puentes de hidrógeno con la timina y la guanina tres con la citosina. Por tanto, las dos cadenas no son idénticas, sino complementarias.
Estas dos cadenas están enrolladas en espiral formando una doble hélice alrededor de un eje imaginario y un modelo de esta estructura es lo que podemos representar con materiales sencillos como pajitas de colores (bases nitrogenadas), cinta de carrocero (esqueletos pentosa-fosfato), depresores de madera y tijeras.
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